Aunque se incentiva y se fomenta el emprendimiento, es cierto que no resulta un camino nada fácil. Y no lo decimos únicamente por los trámites que que hay que completar o por la búsqueda de financiación que requiere sino también porque los emprendedores tienen que enfrentar a sus propios miedos que no suelen ser pocos.
En dos artículos anteriores te dimos a conocer algunos de esos miedos más frecuentes como son el temor a fracasar, el de realizar una mala gestión o el de no lograr reunir todo el dinero necesario para su puesta en marcha. Pues bien, hoy te vamos a mencionar otros dos que también son muy habituales entre quienes se animan a darle un nuevo giro a su trayectoria laboral y optan por convertirse en sus propios jefes.
Fallarle a quien ha confiado en él
Si fracasar, como hemos mencionado, es un miedo muy habitual entre los emprendedores también está, íntimamente relacionado con este, el temor de fallarle a quien ha confiado en ellos. Y no nos referimos a una única persona sino a varias:
Está el miedo a fallarle a la pareja, a los familiares o a los amigos que en todo momento les animaron a poner en marcha ese proyecto y que destacaron sus cualidades. Son personas que les dieron todo su apoyo moral y que les dejaron patente que estaban perfectamente preparados para afrontar ese reto. De ahí que se tema defraudarles por ser las personas más importantes que tienen en su vida.
Por supuesto, está el miedo a fallar a esos socios o inversores que no dudaron en respaldar el proyecto e incluso en poner su dinero para que el mismo saliera adelante.
De la misma manera, está el miedo a fallarle a los trabajadores a los que se contrata en el negocio que se ha puesto en marcha. Empleados que confiaron en su jefe y en su empresa para poder conseguir una estabilidad económica. Y es que a ningún emprendedor le resulta fácil decirles que ese proyecto que con tanta ilusión se puso en marcha está funcionando mal.
Ni que decir tiene que también el emprendedor siente miedo a llegar a fallarle a los clientes por no poder ofrecerles lo que necesitan, por darles un servicio inadecuado, porque sus productos no cumplan con las expectativas creadas…
Ante todos esos miedos lo que debe hacer quien desee emprender es tener claro que no están ahí para ayudarle de ningún modo, que poner en marcha un negocio no es tarea fácil y que, en ocasiones, las cosas no salen como se esperaban por distintas circunstancias. Lo que hay que hacer es esforzarse al máximo y trabajar para que, pase lo que pase, siempre se tenga la conciencia y el orgullo de haber hecho todo lo posible para conseguir el mejor resultado.
Miedo a lo desconocido
Por supuesto, hay que tener en cuenta que entre los miedos más habituales del emprendedor se encuentra el miedo a lo desconocido. Y es que si nunca ha sido su propio jefe y nunca se ha puesto en marcha un negocio es posible que aparezca el pánico a cometer errores, de no saber realmente qué significa emprender, de encontrarse obstáculos inesperados ante los que no se sepa cómo reaccionar…
No obstante, es muy sencillo poder acabar con ese miedo o, al menos, minimizarlo. ¿Cómo? Teniendo en cuenta estas recomendaciones que ahora te damos a conocer a continuación. Toma nota:
Lo primero es, a la hora de comenzar el negocio, consultar a profesionales que puedan guiar en aspectos básicos y fundamentales de la labor empresarial.
A la hora de darse de alta o incluso de estar al día con la Administración, nada mejor que confiar en una asesoría que se encargue de realizar todos los trámites que sean necesarios, como sería el caso de Cepresa. De esa manera, al disponer de un servicio profesional se van a evitar multitud de errores propios de quienes se inician en la puesta en marcha de empresas y al mismo tiempo se evitarán sanciones de la Administración.
Trabajar y esforzarse es otra clave fundamental para que el miedo a lo desconocido no frene al emprendedor. Si confía en su proyecto, si lucha por él y si no ceja en estar siempre al día para llevarlo a buen puerto, el éxito será más probable.
Tener un buen grupo de proveedores y de empleados, es otra manera de dejar de lado este pánico que nos ocupa.
Y, por supuesto, es fundamental tener claro que la experiencia se va consiguiendo poco a poco. Cualquier emprendedor comenzó de cero y ha ido aprendiendo con el paso del tiempo, cometiendo tanto errores como aciertos. Así que es aconsejable no ser excesivamente autocrítico con los errores propios siempre que se tenga la actitud de ir mejorando al aprender de esos fallos.
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