En un artículo que publicamos el año pasado ofrecíamos varias claves para reducir los riesgos de la morosidad. En esta ocasión queremos complementar ese artículo con algunas medidas más que se pueden tomar para no verse afectado por clientes morosos o, por lo menos, para reducir aún más este riesgo.
Dada la situación por la que atraviesan las empresas debido al estado de alarma relacionado con el coronavirus, no son pocas las que están pasando por momentos realmente duros, teniendo que afrontar pagos y casi sin ingresos.
Aunque en todo el país vamos avanzando en las diferentes fases de desescalada, la crisis se ha instalado con mayor o menor fuerza en diferentes sectores que no recuperarán la normalidad perdida en muchos meses. Como consecuencia lo que se espera es que la morosidad se incremente de manera notable, perjudicado de esa manera a empresas que dejarán de cobrar sus facturas.
Vamos a ver a continuación algunas medidas que podemos tomar para evitar la morosidad, y que son complementarias al artículo que hemos mencionado:
La confianza es fiel aliado de la morosidad
Cuando ponemos toda nuestra confianza en un cliente conocido o en un amigo o familiar, sin tener en cuenta los riesgos asociados a su empresa que, tal vez, puede estar pasando por una situación crítica, no solo puede conducirnos a un impago inicial, sino que la deuda se puede mantener durante mucho más tiempo del que le permitiríamos a cualquier otra empresa, y la conclusión puede ser la pérdida del dinero y del amigo.
En estos casos es fundamental que mantengamos separadas ambas facetas de nuestra relación, sin que se mezcle la afectividad con los negocios. A ser posible, si es posible en nuestra empresa, deberíamos de delegar el contacto con esos clientes en algún otro empleado que mantenga el contacto y los plazos como lo haría con cualquier otro cliente.
Es preferible no forzar las ventas
Puede parecer una medida contradictoria con la innegable necesidad de incrementar ventas en una situación tan complicada como la actual, pero al forzar las ventas rebajamos los requerimientos que nos alejan de empresas morosas y, por lo tanto, nuestra cartera de clientes se llenará de más empresas que estarán en dificultades y que habremos aceptado simplemente por una superficial revisión de su apariencia.
Grandes operaciones solo con grandes empresas
Si no queremos incrementar el riesgo de las operaciones que realizamos con otras empresas tenemos que comprobar que nuestros clientes tienen los recursos suficientes para endeudarse. Si pretendemos cerrar una gran operación, por un importe elevado, con una muy pequeña empresa con pocos recursos, los riesgos que ellos estará asumiendo terminarán siendo nuestros propios riesgos.
Ante los impagos inevitables es mejor tenerlo todo a nuestro favor en un posible litigio
Es un error que empeora la situación de un impago que a la empresa morosa se le haya ofrecido un servicio deficiente. Si no mantenemos la calidad, puntualidad y, en general, el nivel de nuestro servicio, nos podemos encontrar con reclamaciones o litigios que intenten transformar la morosidad en una situación muy diferente en la cual se nos reclame por mal servicio.
A ser posible que las empresas clientes tengan más de 3-4 años
Es tan solo un dato estadístico pero resulta interesante tenerlo en cuenta para reducir el riesgo de morosidad. Todos los proyectos empresariales se ponen en marcha con gran ilusión, pero no todos funcionan bien. Más de la mitad de esas empresas van a desaparecer antes de cumplir cuatro años de vida, así que nuestro riesgo se incrementará si nuestros clientes son empresas de reciente creación.
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