Convertirse en un trabajador expatriado, es decir, prestar sus servicios en un país extranjero de manera temporal o permanente no suele ser lo habitual ni es una opción que se le presente a todos los trabajadores, pero cuando así sucede sería deseable tener en cuenta una serie de ventajas y desventajas que nos pueden orientar sobre lo acertado, o no, que podría ser ese cambio en nuestras vidas.
Ventajas de ser un trabajador expatriado (con algunas consideraciones a tener en cuenta)
El trabajador expatriado puede tener una serie de ventajas fiscales que habría que analizar en cada caso si serían aplicables, como exenciones de las asignaciones de gastos de locomoción, dietas por desplazamientos fuera de España, excepción de gravamen de los excesos que perciban los trabajadores que tengan que desplazarse al extranjero para realizar las tareas asignadas sobre las retribuciones que recibirían en caso de encontrarse en España, etc.
El incremento del sueldo suele ser uno de los mayores atractivos en estos casos, aunque habría que tener en cuenta cuál es el coste de la vida en el país de destino porque una subida de sueldo puede verse amortiguada por el encarecimiento de la vivienda, alimentación, ocio…
También suele atraer el conocimiento y vivencias que se van a tener en un país, posiblemente, con costumbres muy diferentes a las españolas. Conocer una cultura diferente resulta siempre enriquecedor, así que las nuevas experiencias se supone que serán positivas, aunque también sería deseable valorar cómo es la aceptación de los extranjeros en el país de destino.
Aprender un nuevo idioma, o más bien reforzar nuestro conocimiento, es sin duda una ventaja clara y sin nada que se pueda decir en contra.
La mejora en el desenvolvimiento profesional y el incremento de experiencia y conocimientos, tal vez en un puesto de responsabilidad necesario para que la empresa logre expandirse, puede permitir el ascenso profesional y la ampliación del horizonte laboral con nuevas oportunidades en un mejor nivel.
Desventajas de ser un trabajador expatriado
La primera, más evidente y que todos tienen en cuenta, es el desarraigo que se puede producir. Sentirse lejos del lugar conocido, de la familia, de los amigos… incluso de la comida habitual, las costumbres, el entorno… puede conducir a experiencias poco positivas.
La adaptación no siempre resulta fácil. Aunque la distancia con el entorno de la familia y amigos no sea un problema, o se pueda superar, el expatriado se va a encontrar con un país que le va a obligar a adaptarse a sus costumbres. Puede que no sea una dificultad insalvable, pero se puede sumar a otras para crear una sensación de estar en el lugar incorrecto.
Si se presentan dificultades en el trabajo, el cual termina siendo muy absorbente, el expatriado se puede encontrar en una situación que anula las ventajas: puede perfeccionar el idioma pero no tiene tiempo porque debe de solucionar problemas técnicos, puede conocer un país y una cultura diferentes pero solo puede dedicarle pocas horas debido al trabajo, puede escalar profesionalmente pero si la empresa pasa por dificultades también puede terminar siendo responsable de un desastre. En resumen, el hecho de ser expatriado no garantiza las ventajas.
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