A la hora de gestionar un negocio y de sacarlo adelante se requiere hacer uso de una larga lista de conceptos y términos que hay que conocer bien para no caer en el error de usarlos de forma inadecuada. Precisamente por ese motivo ahora vamos a intentar sacar de dudas a quienes confunden o no son capaces de diferenciar el domicilio fiscal del domicilio social.
En concreto, estos son los principales aspectos que hay que tener en cuenta para poder distinguirlos adecuadamente:
El domicilio fiscal
Cuando se hace referencia al domicilio fiscal se está haciendo mención al lugar, a la dirección, en la que se deben recibir las distintas notificaciones realizadas por la Administración Tributaria. Es decir, es el domicilio en el que la persona, ya sea de tipo físico o jurídico, está establecida de forma legal. De esta manera, se determina que es desde ahí desde donde hace frente tanto a lo que son sus obligaciones fiscales como a sus derechos fiscales.
Partiendo de todo lo expuesto, hay que diferenciar qué domicilios fiscales podemos tener dependiendo de los casos en los que nos encontremos. Nos estamos refiriendo a los siguientes:
Las empresas fijarán ese domicilio fiscal en el lugar donde realizan tanto la gestión como la dirección de la actividad económica que están desarrollando.
Las personas que trabajen por cuenta ajena tendrán como su domicilio fiscal su propio hogar.
En el caso de los autónomos, por regla general, su domicilio fiscal suele ser su vivienda particular. No obstante, también puede ser la dirección donde lleven a cabo la realización de su actividad.
Quienes deseen cambiar en cualquier momento ese domicilio, lo podrán acometer llevando a cabo la solicitud mediante el modelo 036.
El domicilio social
Este domicilio es exclusivo de las empresas y es que cuando se pone en marcha una empresa es necesario fijar ese domicilio social, que podrá ser conocido por quien consulte el Registro Mercantil. ¿Cuál será la dirección de este domicilio? Pues básicamente será la del lugar donde las empresas se encargan de acometer tanto las tareas de dirección como de administración de su actividad.
Es importante tener claro que el domicilio social puede ser, por ejemplo, la oficina central de una compañía y no la tienda donde vende sus productos.
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